¿QUE PORQUÉ CORRO ULTRAS?

Vale la pena hacer una aclaración antes de iniciar – Y esta aclaración no tiene otra intención que nutrirlos a Ustedes en temas de atletismo – 10K son 10 kilómetros y no se catalogan como una media maratón, 42,195 K equivalen a una maratón y, por lo tanto medía maratón equivaldrá a 21,097 K. Ahora bien, una ultra maratón será cualquier (si, entiéndase bien la palabra cualquier) distancia superior a una maratón.

Cuando empecé a correr me parecía muy curioso que me encontraba con personas sobre los 40 o 50 años, a las que por su salud mental y coronaria el doctor les había recomendado practicar algún deporte…y yo con esas ganas de encontrarme con gente joven, pero no…luego me daría cuenta de lo importante que fue empezar con gente madura este deporte.

Inicié corriendo modestos 5 o 10 kilómetros en carreras comerciales patrocinadas por alguna grande marca deportiva en mi natal Bogotá, luego de un par de carreras de estas instintivamente me di cuenta que terminaba, me hidrataba, reclamaba mi medalla y me iba corriendo para la casa, cómo que no me bastaban esos 5 o 10 kilómetros que acababa de correr.

Por cuestiones del azar me encontré con un grupo de personas que corrían en un equipo llamado Miles & Smiles, su entrenador Alexander Obando dictaminaría lo que oficialmente sería mi comienzo en esta disciplina. Controlaba mi tiempo por kilómetro, mis días de entrenamiento, mis días de descanso, mi dieta, mi velocidad, fue pacer mío en un par de carreras, me acompañó a la mayoría de ellas y fotografiaba mis momentos de largada y de llegada, entonces fue junto a Miles & Smiles que aprendí a correr 10k y 21k.

La segunda vez que corría la media maratón en Medellín, Alex me había sugerido continuar en la carrera de 10K para ver cómo reaccionaba mi cuerpo a 30k y de esta forma entender el famoso muro de una maratón. Aquella vez termine los 21k y continúe con la categoría de 10k, efectivamente ya estaba preparada para el muro y para la maratón.

Mi primera maratón la correría en Chicago, una ciudad encantadora, un clima en extremo agradable para mi gusto, empecé y terminé la carrera con la mayor tranquilidad, sin apuros, sin asfixias, sin cansancio, con todos mis músculos completos; y aquel famoso muro que se visualiza a los 30k nunca lo vi, es más nunca lo he visto y creo que ya no lo vi. Más allá de una aguda dificultad para bajar escaleras al día siguiente nunca me ha pasado algo terrorífico luego de correr 42k.

Hasta el día de hoy he corrido la maratón de Chicago, la de New York, la de Lima, la de Medellín, la de Miami y no más; me gusta correr por las calles de una ciudad, me emociona ver a la gente ondeando mi bandera (O cualquier bandera en realidad), me emociona el ambiente que genera una carrera de estas en medio de mega urbes.

Paralelo a aquellos entrenamientos en la pista del Salitre, en el Simón Bolívar y en las calles de Bogotá, escuchaba murmureos acerca de correr en las montañas, me enteré que había una carrera en Chicaque, un parque natural a las afueras de Bogotá; así que averigüé toda la información, recordé mi infancia en aquellas montañas (Yo solía ir de camping con mis hermanos a este parque) y me inscribí. Serían 12 kilómetros a lo largo del valle del Tequendama…Sí, la montaña es lo mío. Me bastaron sólo 12k para darme cuenta, me bastó el olor del sol y del bosque, me bastó el niño campesino en la mitad del recorrido, me bastó la llovizna de una pequeña colina, me bastó una aguadepanela con queso en el pueblo…todo eso me bastó en un solo día para darme cuenta que por ahí habrían respuestas y señales a muchas preguntas y acciones en mi vida, si, así de trascendental lo tomé.

Y así hace su entrada el majestuoso e imponente Desierto de Atacama en Chile (Ref: la foto de este escrito fue tomada después de 5 días de competición en Atacama) con sus 250K considerado como uno de los terrenos más inhóspitos del planeta Tierra, 250K auto sostenida, es decir que la organización sólo me proveía agua cada 10k y una carpa para compartir y dormir con otros diez atletas…Atacama sería sólo un abre bocas, su terreno, sus dunas, sus misterios, ver la vía láctea en las noches, sus escalofriantes vientos…Después de Chile he corrido en muchas partes del mundo, he ido y he vuelto, he llorado, he sangrado, he maldecido…pero también he aprendido, he amado, me he reconocido, me he sorprendido, he hecho las mejores amistades de mi vida.

No existe una descripción tangible de mis sensaciones cuando corro distancias largas, simplemente me gusta y me hace sentir libre, me depuro, me decanto, me cuestiono, me reafirmo; es el momento donde soy más yo, donde realmente es mi esencia la que está habitando este mundo. Es el momento preciso donde nos enfrentamos mi mente y yo en una debate y una angustiosa competición, dónde una de las dos tendrá que ganar, dónde una controla a la otra, donde la guerra se gana o se pierde: no hay puntos intermedios.

Hoy he descubierto que la mayoría de amistades que me ha dejado el ultra maratonismo son personas adultas, y la razón es básicamente: las personas jóvenes abandonan la carrera el primer o segundo día, sus mentes los controlan por completo, les incomoda salir de su zona de confort, no se acostumbran a momentos fuertes y crudos. Los más jóvenes queremos las cosas fáciles, nos desbaratamos antes una acumulación de obstáculos, nos auto destruimos en momentos de discernimiento y  control.

Este año he decidido (Bueno, realmente no fue una decisión consciente) correr El Tor de Geants…es una mega ultra maratón, son 330K con 24.000 metros de desnivel por el norte de Italia, estoy en una preparación muy entregada, muy disciplinada, estoy muy conectada con mi cuerpo y mi mente…han sido días largos, meditaciones profundas, entrenar en la madrugada y en la noche, cambios estrictos en el régimen alimenticio.

Antes de correr Italia recorreré algunas zonas montañosas de Colombia (Mi país de origen, mi raíz), no publico muchas cosas acerca de lo que hago, no conozco ni a un cuarto de los que corren (Porque uno llega a una carrera y todo el mundo se saluda y se conoce y comparte experiencias….menos yo), no soy la más rápida, mi instinto de competición es casi nulo…pero acá estoy, amando esto que hago, escuchando a mi cuerpo, experimentando cada sensación, viviendo cada lágrima y cada ampolla y cada uña que he perdido.

Y sí, corro y lo único que físicamente recibo a cambio es una medalla…pero en realidad, a cambio recibo un sinfín de regalos para mi cuerpo, mi mente y mi espíritu…así debería ser la vida no? Sin esperar nada o casi nada a cambio…haciendo las cosas como una respuesta a la virtud de vivir, y no hacerlas como un negocio o trueque donde recibiremos una recompensa por lo que estamos haciendo.

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